Global Jews for Palestine

Un Manifiesto Judío Global por la Liberación Colectiva – Red Global de Judíes por Palestina (Global Jews for Palestine)

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Introducción
Red Global de Judíes por Palestina (Global Jews for Palestine) es una coalición internacional conformada en 2019 por 25 organizaciones judías en 19 países, que forman parte de un movimiento judío creciente en defensa de los derechos del pueblo palestino. Condenamos sin ambigüedades el apartheid israelí y la guerra genocida contra Gaza. Nuestra postura representa una respuesta necesaria frente al respaldo total a Israel que siguen mostrando muchas organizaciones judías tradicionales a nivel mundial. Sentimos una responsabilidad particular de cuestionar a estas instituciones judías cuyas alianzas y acciones debilitan los derechos humanos y nacionales del pueblo palestino, promueven un excepcionalismo judío, y distorsionan las profundas raíces de la tradición judía de justicia social.

La posibilidad de una alternativa ética y viable al dominio de fuerzas racistas, retrógradas y antidemocráticas que han marcado la vida judía por décadas está cada vez más cerca. Creemos que este es el momento de unir las voces y acciones de quienes disentimos del consenso sionista, para construir juntos un futuro justo y posible para todos.

La destrucción sistemática de vidas, comunidades, escuelas, universidades y espacios culturales en Gaza, así como los intentos por aplastar el movimiento global de apoyo a la libertad palestina, han transformado nuestro mundo. La reacción ante estas atrocidades ha sido extraordinaria: millones de personas han salido a las calles cada semana para condenar el genocidio y exigir el fin de la ocupación ilegal israelí sobre territorios palestinos. Judíes de todas partes del mundo han participado en estas manifestaciones y se han sumado en número creciente a organizaciones judías disidentes.

Mientras el número de muertes en Gaza y Cisjordania no deja de crecer, nos repugna el racismo anti-palestino, anti-árabe y la islamofobia que emanan constantemente de instituciones judías pro-Israel. Estas entidades recurren a campañas legales malintencionadas para intimidar a activistas, y colaboran sin pudor con iniciativas represivas que buscan silenciar a voces pro-palestinas, especialmente en universidades y espacios públicos. Incluso judíes disidentes profundamente comprometidos con su identidad judía han sido objeto de acoso, exclusión institucional y ataques personales.

En demasiadas instituciones judías, la lealtad ciega al Estado de Israel ha reemplazado tanto la práctica religiosa como los principios éticos judíos, y se ha convertido en la medida de lo que se considera una persona “judía auténtica”. Por ello, muches judíes que repudian la devastación de Gaza optan por el silencio, temiendo ser tildades de antisemitas o de traidores a su comunidad. Sin embargo, este silencio ha sido roto, especialmente por jóvenes judíes que rechazan el proyecto político basado en la supremacía judía. Hoy, muches disidentes alzan su voz para denunciar a las instituciones y a todos aquellos que apoyan incondicionalmente, tanto ideológica como materialmente, al Estado de Israel mientras aniquila al pueblo palestino.

Para muches de nosotres, nuestra identidad judía es la fuente de nuestros valores progresistas. No podemos permitir que el futuro esté en manos de instituciones judías que legitiman la violencia, el odio y el genocidio como si fueran valores judíos. Es hora de construir instituciones inclusivas y éticas, y de establecer lazos sólidos con pueblos oprimidos, colonizados y marginados.

Red Global de Judíes por Palestina (Global Jews for Palestine) presenta este manifiesto en ese espíritu.

1. El disenso frente al apoyo acrítico de muchas organizaciones judías hacia Israel es, en esencia, una respuesta ética y profundamente judía frente a las violaciones del derecho internacional por parte de Israel y al abandono de los valores judíos. No existe justificación alguna para el genocidio que está cometiéndose en Gaza ni para la limpieza étnica en Cisjordania y Jerusalén del Este.

2. Reconocemos y valoramos la diversidad histórica y contemporánea de la vida judía, la cual ha florecido incluso en momentos de gran adversidad. La diáspora ha sido esencial para el desarrollo espiritual, intelectual y cultural del pueblo judío, así como para el intercambio de conocimientos en distintas áreas. Este dinamismo se ve erosionado cuando el Estado de Israel pretende monopolizar la vida política, emocional e intelectual del judaísmo.

3. Una élite donante, tanto ideológicamente como financieramente comprometida con Israel, domina las instituciones judías globales y restringe los marcos culturales y políticos del judaísmo. En ausencia de estructuras verdaderamente democráticas, ninguna institución puede proclamarse representante legítima de todo el pueblo judío. Si bien democracia e inclusión deberían ser pilares fundamentales en nuestras comunidades, ocurre lo contrario. Las instituciones judías tradicionales y sionistas no cederán fácilmente su poder ni adoptarán modelos más justos. Por eso, apoyamos la creación de nuevas comunidades que pongan en el centro un judaísmo comprometido con la justicia, la diversidad y la liberación colectiva. Necesitamos financiar y fortalecer escuelas, campamentos, y espacios culturales, espirituales y políticos que ofrezcan alternativas reales a una vida judía centrada en Israel.

4. Es urgente que nuestras comunidades aprendan y enseñen sobre la Nakba palestina —la catástrofe que supuso el desplazamiento, desposesión y expulsión de gran parte de la población palestina indígena tras la creación del Estado de Israel en 1948. La historia judía también ha vivido tragedias similares. Entender los paralelismos entre esas historias nos permite desarrollar una mayor claridad moral. Debemos reconocer nuestro papel —a veces cómplice, a veces pasivo— en esta historia, ya sea por ignorancia voluntaria, apoyo financiero o aprobación acrítica de las políticas de Israel. Asumir esta responsabilidad es esencial para lograr justicia para el pueblo palestino y construir comunidades judías comprometidas con la ética.

5. El dominio casi absoluto de las comunidades judías por parte de una élite adinerada ha limitado nuestra capacidad para pensar críticamente. Necesitamos escuchar las advertencias de académicos, líderes comunitarios y voces palestinas y judías que denuncian los fracasos éticos y las consecuencias letales del sionismo. Debemos prestar atención a los intensos debates que actualmente atraviesan los estudios judíos, del Holocausto y del genocidio sobre temas como la memoria del Holocausto, el antisemitismo, el sionismo y la identidad judía.

6. El antisemitismo va en aumento en todo el mundo. Sin embargo, no compartimos la visión de que se trate de una forma de odio excepcional, completamente separada de otras expresiones de racismo. Colocar el antisemitismo como la forma suprema de racismo, y al Holocausto como un genocidio único, impide establecer alianzas con otras luchas contra la opresión. El antisemitismo debe ser combatido desde un enfoque antirracista general, en solidaridad con otros pueblos marginados y bajo principios universales de derechos humanos e igualdad. La verdadera seguridad del pueblo judío solo será posible mediante la solidaridad con quienes enfrentan injusticias en todas partes del mundo.

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